lunes, 29 de diciembre de 2008

A falta de inspiración...

Ya había comentado antes que retomaría la escritura y que si algo no muy chafa salía de eso lo publicaría, pos bueno… no ha salido nada jajaja. Al parecer solo me inspiro cuando el odio y la desesperación se dignan a ser mi musa, pero recordé que cuando iba a la universidad nos dejaron de tarea (si tarea… suena tan triste) crear una historia que incluyera ciertas palabras domingueras, es decir, palabras poco usadas que la maestra asignaba… y bueno a falta de inspiración les dejo la mini historia que escribí:

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Ella

Ella era una niña de ojos rucios que siempre reflejaban tristeza, su padre era un ventero –señor robusto y de voz grave como todo tobosesco- que precisamente hogaño se había mudado al pueblo ya que después de ser un gran hidalgo en la capital se convirtió en un menesteroso ventero al perder su fortuna tras la muerte de su esposa.

Ella tenía un carácter alborozado y un caminar desceñido que indicaba el porte de la joven hidalgo. Pero todo eso cambio; la muerte de su madre la convirtió en una niña azogada y asombradiza. Dejo de ser la niña que enhilaba temas en las conversaciones y se convirtió casi en un fantasma pasicorto, siempre callada, siempre triste.

Todos creían que se debía a la terrible pérdida de su madre, al hecho de ser la única testigo de tan brutal crimen. Fue llevada a varias instituciones, pero su padre siempre abominaba la idea de internarla, consideraba a los doctores alcornoques sin piedad, por querer separar a una niña de su padre.

Por eso decidieron mudarse, su padre deseaba una nueva vida para ella. No sería la vida de lujos y esplendor al que estaban acostumbrados; debían conformarse con una cama amondongada y tareas escuderiles. Pero eso no importaba, estarían juntos y él la ayudaría a superar la tragedia, le enseñaría que la vida menesterosa podría ser alborozada también y que con el tiempo regresarían a su vida de hidalgo.

Pero todo ello era solo un sueño, ella nunca pudo superarlo. Los meses pasaban y ella era cada vez mas callada, más triste. Hasta que un día decidió terminar con el dolor. Se introdujo en la bañera recostó su cabeza y dejo que sus muñecas lloraran lágrimas carmín, y con cada lágrima su dolor y tristeza desaparecía; por fin se sentía libre.

Al día siguiente su padre encontró su pequeño cuerpo sumergido en la bañera, flotando en el agua que ahora tenía una tonalidad rojo carmesí.

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A que adivinan cuales eran las palabras domingueras jijiji... tiene segunda parte, ya la escribiré mas adelante.


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