martes, 17 de mayo de 2011

Cosas

Ayer entro un gato de la pandilla a la cocina y como no podía salir se puso todo histérico y mi padre dijo cárgalo y sácalo. Pero lo que tiene la pandilla es que son gatos traumados, no los puedes cargar, en cuento dejan de sentir el suelo les sale el chamucho interno… pero como estaba desesperada porque el pobre parecía león enjaulado lo cargué.

Y ahí empezó el drama, se puso como fiera, creí que me sacaría un ojo y por instinto lo solté. En ese momento mi madre grita “NOO!, que no vez que la niña no debe asustarse”.

El minino huyo, yo me comencé a reír, por la frase tan tierna que soltó mi madre, pero según ellos estaba blanca blanca.

Esa frase “NOO!, que no vez que la niña no debe asustarse” me dio tanta ternura, una porque no soy una niña… aunque para los ojos de una madre siempre seremos sus pequeños y la otra porque siento que el fantasma de la insulina ha puesto más sensible a mi familia. De por si mi hermano es un preocupon.

Bueno la insulina y la neuropatía;  todos manejamos como algo “normal” mis achaques, yo para no preocuparlos, ellos para no preocuparme. Pero en el fondo creo que si es duro para ellos, saber que su hija esta tan jodida a tan corta edad (según el doc). Pero creo que 31 años son bastantes y que la insulina no es el fin del mundo.

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