sábado, 24 de diciembre de 2011

Consejos

Hace unos días me aconsejaron que no debería gastar mi dinero en croquetas y leche para gatos, que gatos de la calle siempre abra  y que si quiero ayudar mejor sea como voluntaria pero que no gaste mi dinero en eso, que mejor lo gaste en mí.

Ahora a  todo ponle tono de consejo serio como si estuviera muuuy equivocada y necesitara volver al camino. El consejo lo tomo como lo que es, un consejo, y lo tomo en cuenta porque la persona que me lo dijo lo hiso con toda la buena intención del mundo.

El 99% del tiempo vivo quejándome de ser pobre, y lo soy, pero es mi forma dramática de ser. No me muero de hambre ni se acabara el mundo. Hay que conocerme bien para saber que ya es parte de mí ser quejosa.

Me sentí un poco triste, fue como si le  digieran a un niño “santa no existe para que te esfuerzas en ser bueno”. Yo sé que gatos callejeros siempre habrá y que dar un costal de croquetas  no acabara con el hambre del mundo.

Pero dentro de este regordete y duro cuerpo vive una pequeña voz que cree que hasta la croqueta más pequeña puede ser la diferencia de que un pobre animal viva o muera de hambre, que no tiene tiempo ni los millones para cambiar el mundo pero que apoyar a las fundaciones que hacen esa gran lucha le da mucha satisfacción.

Yo nunca doy dinero, siempre apoyo en especias, difundiendo sus eventos  o promocionando sus productos, vendo cosillas… y atosigo a mis amigos para que apoyen (se les aprecia por aguantarme)
Creo que cada cabeza es un mundo y así como yo no comprendo cómo la gente puede saber que existen las corridas de toros y seguir viviendo como si nada, ellos no comprenden lo que para mí significa ayudar.

Y tal vez para ti la vida solo importa si es humana, pero te invito a apoyar una causa, la que gustes (mujeres golpeadas, cáncer, niños, africanos, viejitos, el sida,  etc) y veras que no importa que tu pequeño paso no cambie las cosa, tu cambiaras y ya será un humano menos pendejo  en este mundo…  y eso ya es algo.

No hay comentarios: